¿Cada cuánto tiempo debo aplicarme vitamina C?
La vitamina C – ácido ascórbico – pertenece a la categoría de vitaminas solubles en agua. Tiene múltiples propiedades como fortalecer el sistema inmunológico (nos protege de las infecciones), es de vital importancia para el crecimiento y mantenimiento de los huesos, dientes, encías, ligamentos, tendones y vasos sanguíneos, así como para reparar fracturas y para la cicatrización de heridas y quemaduras. Por otra parte, la vitamina C favorece la producción de colágeno, sustancia que recubre y protege las células y tejidos de nuestro organismo.
La vitamina C forma parte del grupo de antioxidantes que se caracteriza por neutralizar las sustancias tóxicas que aceleran el envejecimiento de las células del organismo. Por lo tanto, es muy importante para que todos los órganos realicen de manera óptima sus procesos bioquímicos.
Pero ¿los beneficios son los mismos si se usa por vía oral respecto la vía endovenosa? Los niveles alcanzados por la vitamina C endovenosa adquieren un pico de dosis mucho más alto en comparación con la administración oral, con lo que se genera un mayor nivel de antioxidantes y micronutrientes para procesos de prevención y reparación que no se logran conseguir por otras vías de administración.
Pero ¿qué tan frecuentemente debe ser administrada la Vitamina C?
Todo depende de las características propias de cada paciente: sexo, edad, antecedentes personales y familiares, etcétera. Además, cobra mucha importancia si el paciente tiene alguna comorbilidad agregada: pre o post cirugía, hospitalización, infección (de leve a severa, de aguda a crónica), situaciones de estrés, terapia de apoyo en enfermedades crónicas y/o degenerativas (diabetes mellitus, cáncer, enfermedades inmunológicas, alergias). Si bien es útil para procesos mórbidos, es también útil para pacientes sin ninguna patología declarada, siendo muy efectivo para deportistas (por ser un antioxidante potente), obesidad y sobrepeso (pues incrementa la producción de L-carnitina, un quemador de grasa natural), antienvejecimiento (por su efecto antioxidante, formador de colágeno y reparador de tejidos); todas ellas según sea el objetivo a alcanzar tienen diferentes rangos de tiempo y dosificación.
Los esquemas suelen variar en dosis desde 7.5 g hasta 30 g por aplicación. La frecuencia puede variar desde la aplicación diaria hasta mensual dependiendo de los beneficios que se quieran alcanzar. Vamos desde objetivos preventivos hasta terapéuticos en patologías ya descritas. No existen problemas de aplicarla diariamente si la situación lo amerita, sin embargo, los esquemas habituales incluyen aplicaciones que se van distanciando, iniciándose con dosis semanales, luego quincenales y finalmente mensuales.
Como recomendación final diremos que siempre debe ser guiado por un médico especialista que, según cada caso particular, determinará la dosificación, frecuencia y duración del tratamiento.
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